Bajo la tenue luz de una noche de velas, focos eléctricos y ambulantes llegamos al cementerio “San Teodoro” (Piura). Ya casi las 8 pm, los piuranos asisten como todos los años a velar a sus muertos.
En la entrada del cementerio llama la atención la gran cantidad de negocios improvisados, común en estas fechas. Allí se mezclan el suave aroma de flores, con el típico olor a guiso de pollo, pato y pavo y más platos que se sirven por unos cuantos soles.
La tentación de degustar algunos apetitivos nos llevaron a probar unos bocaditos llamados “angelitos”. Estas pintorescas bolsas están llenas de alfajores rosquitas de manteca, bocadillos, dulces de colores, suspiros y otros. Y según nos comentaron, estos dulces son típicos del bajo Piura, y es costumbre de las madres que alguna vez perdieron a un hijo pequeño, regalarlo a los niños que se les recuerden al que perdieron.
Mientras escuchaba esta historia, pasaron unos niños ofreciendo unos llamativos panes, de forma ovalada con una cruz en el centro, conocidos como “pan de muerto”. Si bien, los piuranos tienen toda la noche para rezar y conmemorar a sus difuntos, si les apetece, pueden seguir recordando a sus seres queridos degustando algún bocadillo típico de estas fechas, por algo dicen que los peruanos somos de buen “diente”.
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