Por Claudia Mezones Rueda
Universidad de Piura
04 de febrero de 2007
claudia.mezones@udep.pe
¿Nos comemos un heladito?
Universidad de Piura
04 de febrero de 2007
claudia.mezones@udep.pe
¿Nos comemos un heladito?
Todos sabemos que el helado es un postre cremoso, congelado, preparado a base de leche, grasa, azúcar, frutas o saborizantes. Sin embargo, podríamos ignorar que su antecesor fue una mezcla de hielo triturado con fruta y miel, es decir, algo parecido a nuestras raspadillas y cremoladas.
Ya en la antigüedad, los chinos y luego los babilonios, egipcios, griegos, persas, hindúes, árabes y romanos disfrutaban de esta delicia. Se dice que Alejandro Magno y Nerón, por ejemplo, mandaban traer nieve de las montañas para refrescar sus alimentos y preparar combinaciones de hielo con jugos de frutas, miel y vino. Estos primeros helados eran semilíquidos, de ahí el nombre de sorbetes ‘trago, bebida’.
Actualmente, asignamos a Italia la tradición del helado (gelato en italiano, de allí las famosas gelaterías), pues por los italianos se extendió al resto del mundo. Fue Marco Polo, a fines del siglo XIII, quien trajo de Oriente varias recetas de postres helados preparados en China, que desde entonces se hicieron famosos en las cortes europeas. Con el paso del tiempo, la receta original fue modificándose; se añadió leche, huevo, entre otros productos, hasta que, con el invento de nuevas formas de congelación se obtuvo el actual helado de crema, cuyo ingrediente fundamental, hoy en día, es la leche.
Entonces, como los primeros helados o sorbetes se bebían o se sorbían, es muy probable que por cientos de años la tradición lingüística heredara la designación tomar un helado sin importar tanto que, por las variaciones de la receta original, los helados se fueran haciendo más cremosos y más sólidos. Esta idea de líquido o semilíquido de los primeros helados es la que recoge el diccionario académico (DRAE: 2005), que lo define como ‘refresco o sorbete de zumo de fruta, huevo, etc., en cierto grado de congelación’, de ahí que en España se prefiera decir, generalmente, tomar un helado, y no comer un helado, que es la forma que preferimos usar en nuestro país.
En consecuencia, ¿podemos decir indistintamente comer un helado y tomar un helado? Sin duda, asociar el helado de crema con su naturaleza sólida determina el uso de comer un helado. En cambio, se preferirá la expresión tomar un helado, si se asocia con la idea de refresco, bebida o sorbete, como en España, por ejemplo. Todo esto pone en evidencia que las preferencias léxicas de cada país, como prueba de las variaciones dialectales de una misma lengua, reflejan distintas formas de ver una misma realidad.
En las lenguas existen dos mecanismos léxicos de denominación: la generalización léxica (ampliación del significado de un término a usos generales) y la precisión léxica (restricción del significado a ámbitos precisos o concretos). Así, podemos observar en España una fuerte preferencia por la generalización del verbo tomar: Tomar nota, tomar el bus, tomar una dirección, tomar alimentos, tomar la carne, etc. En este último caso, tal como lo define el DRAE, el significado de tomar considera tanto el comer como el beber, independientemente de la calidad sólida o líquida del alimento. Por el contrario, aunque en América también registramos estos usos, se prefiere la precisión léxica, así pues lo líquido se bebe o se toma, mientras que lo sólido se come. Por esta misma razón, porque son bebidas, nosotros tomamos las cremoladas, los batidos y los milkshakes; pero comemos los bodoques, los chupetes, los adoquines, los marcianos, las chalacas, las raspadillas y los helados.
Como vemos, a pesar de ser hablantes de una misma lengua, existen distintas maneras de concebir las realidades y ordenarlas en nuestro pensamiento, y tal como está el clima, qué mejor si lo hacemos con un buen helado en la mano.
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